TOTAL WHITE LOOK

Parece que ahora sí la primavera empieza a dejarse notar, y no solo con sus flores sino también con su calor. Y gracias a este último pocos países agradecerían tanto como el nuestro los conjuntos blancos. No obstante, parece que solo los formados por pantalones y camisas de lino blancas, tipo ibicenco, tienen cierta aceptación.

Ningún otro color es tan benévolo con el calor como el blanco; buena prueba de ello dan los países del golfo donde las altas temperaturas están al orden del día gran parte del año. Allí, la saya blanca está presente prácticamente todo el año siendo sustituida por una color café o más grisácea durante el invierno. Sin embargo, cada vez es más difícil, al menos en España, vestirse según la época del año en la que estemos. Por deferencia a los que compraron “La Enciclopedia del Buen Vestir” no vamos a volver sobre cómo vestir en cada estación del año, pero sí toca nuevamente mencionar la poca lógica de vestir los mismos trajes y colores en diciembre que en mayo.

Salgan a la calle. ¿Ven alguna diferencia en la manera de vestir hoy con la de hace cinco meses? Más allá de la ausencia de abrigo, la respuesta podría corroborar lo que acabamos de apuntar. No se viste por temporadas, se viste prácticamente igual todo el año, al menos en lo que se refiere a la ropa de oficina. Cierto que las franelas dejan su paso a lanas menos pesadas, pero en lo referente a colores apenas hay cambios. Algún tono café entre los que se atreven con los trajes de lino, una inmensa minoría, pero pocos guiños más a estas altas temperaturas. No volveremos a preguntar cómo es posible que con más de 30º se vean trajes azul marino a las 12 de la mañana. Ni tampoco, cómo puede ser que por la noche en los bares de moda las chaquetas sigan siendo de lana merino y no las de lino.

Con este panorama es comprensible que presentarse con un traje blanco de lino en el trabajo pueda ser, como poco, tildado de acto de locura o de excesivo protagonismo. La cosa no iría a más si el tiempo libre se apoderara del blanco o, al menos, de tonos más propios de la primavera y el verano. Como alguna de estas fotos atestiguan se puede ir vestido de blanco sin necesidad de hacerlo con corbata, pero tampoco como si de un hippie perdido en una gran ciudad se tratara.

No vamos a volver sobre el abanico de telas y compuestos entre los que elegir para trajes y chaquetas de primavera. Bastará una visita a cualquier sastrería y pedir ojear alguno de los muestrarios de casas como Scabal o Loro Piana para entender que hay posibilidades mucho más atractivas que las oscuras. Sin embargo, sí parece oportuno volver sobre colores como el tabaco o el beis que en tejidos como el lino consiguen un resultado francamente especial. Existen, incluso, tonos azules claros que con este tipo de algodón logran chaquetas y trajes de maravillosa factura.

Hace 8 años dedicábamos un extenso artículo al traje de lino artesanal y en él estudiábamos también algunos puntos a tener en cuenta de decidirnos por él. Sobre todo, lo referente al resto de las prendas a acompañar. Si se escoge un traje del tono de el de aquel artículo o, más todavía, de ser blanco, tanto camisa, como corbata de llevar, y sobre todo zapatos deben ser diferentes a los más extendidos de invierno. Un traje de lino o una chaqueta del mismo tejido agradece una camisa del mismo algodón. Por su parte, la corbata que mejor combina es la de punto y los zapatos algo más claros o bicolor – no necesariamente los llamativos spectators.  

Sé, muchos de vosotros me lo recordáis en cada artículo que escribo sobre ello, que hoy estos trajes o conjuntos se visten con mocasines e incluso sin calcetines. Estilo al margen, vestir zapatos sin calcetines es de dudosa elegancia y todavía menos recomendable para una correcta higiene podal. Un calcetín de algodón no tiene por qué desmejorar el aspecto final y si de vestir mocasines se trata ¿? al menos pongámonos unos pinkis (por cierto, ¿alguien conoce alguna marca que consiga que no termines a los dos pasos con ellos por la planta de los pies?).

Cierto que vestir un conjunto blanco requiere de cierta personalidad, pero, si somos poseedores de ella, no dudemos en hacerlo pues, además de elegante, es lo más correcto y conveniente bajo nuestro sol abrasador.

El Aristócrata