Esa delicada forma de conocer al vecino.
Toulouse es una joya del sur de Francia que a veces pasa desapercibida para los turistas, pero que concentra en un área más bien pequeña lo más típico del país galo: cultura, ciencia, edificios emblemáticos clásicos (y menos clásicos) jardines y zonas verdes que recorrer y en las que reconciliarnos con la naturaleza, como el río Garona y el Canal du Midi. Y sí, por supuesto, quesos, vinos, guisos y una gastronomía ideal para una estancia gourmet. En resumen, numerosos puntos de deleite recogidos, como era de esperar, en la guía Michelín. Esa mezcla de los clásico y lo atrevido merece una visita con las mente muy abierta.
El primer consejo para disfrutar es buscar un parking y disfrutar de ese momento en que cerramos la puerta de nuestro automóvil. Esta ciudad está pensada para el disfrute y la circulación es un antídoto del hedonismo.
Como cualquier ciudad que se precie, Toulouse aúna modernidad e historia. Caminar por su casco antiguo no cuesta nada y sin embargo llena el espíritu. Por un lado su crecimiento moderno se debe a un auge tecnológico en las ramas de lo aeronáutico y espacial el Museo Aeroscopia y La Ciudad del Espacio son dos visitas realmente interesantes, compatible con unos atardeceres únicos entre sus edificios de ladrillo visto y sus abundantes huellas romanas, medievales, renacentistas, barrocas y decimonónicas. Esa sensación de disfrutar de lo cercano que siempre llama la atención, porque siempre hay una sorpresa.
Si queremos empezar la visita por lo más emblemático de la villa rosa, llamada así por el tono único de sus ladrillos, hay que ir a la plaza del Capitole. Aquí el Capitole o Capitolio, sede del ayuntamiento, nos saluda con su monumental fachada del XVIII y a su lado, el Teatro Nacional del Capitole. No muy lejos nos encontramos la catedral de Saint Étienne, una catedral ecléctica debido a su prolongada construcción, en mayor parte del siglo XIII, pero con parte del siglo XV, y también con partes románicas, góticas, e incluso influencias de gótico nórdico luminoso.
Si hemos estado capitolinos y sin que el bolsillo no nos aleje de esta ruta tolosana gourmet nos podemos adentrar en Nino (28 RUE PEYROLIÈRES, 31000 TOULOUSE), que ofrece una experiencia de alta gastronomía de gran calidad a precios contenidos. Su cocina es moderna y de mercado, con exquisiteces como gravlax de salmón con coulis de remolacha y pavlova de frutas exóticas. Sorprendente!
Si no encontramos mesa, tenemos un concepto de bistró más atrevido. La recomendación de buscar las ideas de Pierre Clement, chef de py-r. merece la pena. Un restaurante con 2 estrellas Michelín que se encuentra muy cerca (19 DESCENTE DE LA HALLE-AUX-POISSONS,) en un callejon del casco antiguo. Aquí podemos hacer una pequeña cata de 3 servicios por 78 euros o de 6 platos por 98.
Si hemos optado por subir el nivel de nuestro presupuesto, también cerca sin tener que mirar las estrellas, aunque tiene 2, no fallamos si reservamos para cenar en con Michel Serran, (21 BD ARMAND DUPORTAL, 31000 TOULOUSE,) que nos abre su restaurante como quien muestra su propia casa. Su menú es delicado e íntimo, estamos en un lugar donde realmente se siente el mimo. Sus menús van desde los 60 a los 155 euros con platos como crema de alcachofas y gambas , pastela de aceitunas y tomillo, foiegras de pato de La Cave Farm… Su sopa caliente con ostra Belon o la tostada de hígado a la plancha con hoja de ostra son también deliciosos. Si la boca no se nos hace agua, no somos humanos.
En cualquiera de estos 3 restaurantes os recomendamos probar una degustación de quesos de la zona y algunos de los vinos del Languedoc y Gaillac, que están viviendo una gran revolución
Si por el contrario somos amantes del vino y el paseo apuntad en la ruta las 3 vinotecas imprescindibles. La primera, Au Père Louise en la calle Tourneurs, que es perfecta para el aperitivo. Su arquitectura y su decoraciónmuy bien conservada pese a sus 130 años de antigüedad la han convertido en monumento histórico.
Si preferimos un lugar más moderno tenemos el Nº5 Wine (5 Rue de la Bourse) bar que obtuvo en 2017, 2018 y 2019 el reconocimiento de mejor vinoteca del mundo por la revista The world of fine wine. No es de extrañar, ya que no sólo cuentan con más de 1000 referencias sino que recomiendan con sabiduria y organizan maridajes con grandes chefs en su restaurante en la planta de arriba o en su bodega. Esta parada se puede añadir a la ruta en torno al capitolio.
Sin alejarnos mucho, justo en la plaza del Capitolio, Stéphane Tournié, Les Jardins de l’Opéra, ofrece un restaurante de precisión exquisita, moderno y luminoso, con platos orgánicos, con toques de diferentes países, ecológicos y, sí, suculentos. Su local acristalado con una estrella Michelin tiene carta pero también menús que nos permiten probar o comer, entre 56 a 202 euros, en función de nuestro bolsillo. A principios de junio inauguró un espacio nuevo dentro de su restaurante. Se trata de Le Comptoir, que cuenta con una magnífica y tranquila terraza, casi secreta y escondida.
Para los amantes de los quesos, tenemos la tienda de Xavier
En esta quesería de la Plaza de Víctor Hugo se venden más de 300 tipos de queso. Una de las especialidades es el Brie Truffé. En Xavier también podrás encontrar el pavé tolosano, que sorprende por su forma cúbica.
Solo cruzando la calle, entramos en un santurio gourmet. El Mercado de Victor Hugo ofrece una colección de lugares de referencia. Mucho postureo, pero con calidad. Si queremos un lugar más rustico, siempre podemos ir hasta el Mercado de San Cipriano.
Le Bibent destaca por su gastronomía, su ubicación -en la plaza del Capitole-, su sofisticado ambiente barroco y palaciego y por su historia, ya que abrió ¡en 1861! Completamente renovado en 2011, con el chef Christian Constant dirigiendo esta nueva etapa, también ofrece desayunos, té y cócteles a media tarde. En La Gourmandine encontraremos una decoración de vanguardia, una historia familiar y pasión por los productos locales. Si podemos ir en coche mejor, porque hay mucho que cargar para disfrutar en casa.
Pedro Madera
4 comentarios
Excelente crónica. Estuve hace pocos años en Toulouse, de paso, y me fui con ganas de volver. Leyendo este post, veo que será pronto. Gracias.
¡Qué placer leer a este señor!.
Marianela
La nueva versión del Aristócrata es penosa y sus comentarios gastronómicos son peores que los que los de Maribona en ABC, se nota en cada línea del nuevo blog que ahora todo está escrito y descrito al dictado de las marcas publicitarias cuando antes disponía de una frescura propia del que se siente libre de sus opiniones y no tributario de una financiación espúrea. Una lástima
Perdón por el error Espuria