COMPLEMENTOS TANTO PARA LA ROPA FORMAL COMO SPORT

Seguramente nos habremos fiado en lo parecido que se viste hoy. [...]

Seguramente nos habremos fiado en lo parecido que se viste hoy. No tantos años atrás, la ropa no era tanto una obligación sino tanto un divertimiento como una manera de verse atractivo. Incluso podría ser hasta interpretada como un símbolo de estatus social. 

Con los años, sin embargo, la importancia de la vestimenta ha disminuido y es hoy llega a ser utilizada como algo solo necesario para mantenernos protegidos contra el frio y la desnudez. Y precisamente en este escenario es en el que los complementos juegan un papel fundamental, al poder añadir una nota de color, de originalidad o de estilo a un conjunto, a priori, aburrido. 

Pensemos por un momento en los trajes que hoy más populares. ¿Acaso vemos diferencias importantes entre unos y otros? Muy pocas. La gran mayoría son de color azul marino, algunos grises y, muy pocos, de un tercer color o de un estampado no liso. Y esto se puede hacer extensivo a camisas, abrigos, calcetines y hasta corbatas. ¿Hace cuánto no nos cruzamos con un elegante abrigo cruzado? 

A pesar de encontrarnos al final del invierno, ¿recordamos la última vez que vimos alguien vistiendo una chaqueta de Tweed? Por todo, ello los accesorios se antojan hoy más importantes que nunca. Ahora solo falta saber usar cada uno de ellos en su momento y con el conjunto adecuado. 

Con esmoquin. Una prenda a la que cada día se presta menos atención resultando difícil encontrar uno bien escogido. De ahí, que aquellos que lo hagan acompañar de un correcto fajín o de un chaleco bajo de hilera sencilla destacarán sobre el resto. Una camisa con pechera es la correcta con este conjunto. Aunque puedan resultar un incordio a la hora de anudarlos, una botonadura – no tiene por qué ser tipo joya – es un accesorio necesario. 

Los calcetines mejor negros y de seda. Vigilando estos sencillos accesorios denotaremos un conocimiento muy por encima de la media. Si además escogemos una corbata de lazo de una sola pieza quedará patente nuestro exquisito gusto. Para los que quieran dar un paso más, una flor blanca, un clavel o una gardenia, siempre naturales, puede poner el broche perfecto al conjunto. 

Con el chaqué, un chaleco cruzado de un tono cercano al mostaza o azul pálido resulta mejor alternativa que uno de hilera sencilla y de color gris. Un reloj de bolsillo de época es otro de esos complementos que además de aportar un toque de lo más especial también habla de quien lo ha escogido. Prohibido hacerlo acompañar dicho reloj con otro de pulsera. Uno u otro. 

Si hay un accesorio cuya elección se debe cuidar con esmero esos son la corbata y el pañuelo de bolsillo. Nunca deberían coincidir en color y diseño. De no querer correr riesgos un pañuelo blanco es siempre correcto. La corbata del chaqué de color oscuro y con motivos sencillos; una azul marino con pequeños lunares blancos resulta una opción elegante y apropiada. 

Con el traje, un accesorio antes frecuente pero hoy difícil de ver, los tirantes, cambia radicalmente su mensaje. Sea por su popularidad entre el mundo financiero o por el hecho de no estar acostumbrados a verlos, la realidad es que llaman la atención. Pero no por ello se deben dejar de utilizar. Son más cómodos que el cinturón, mantienen el pantalón siempre en su sitio y visualmente no parten el cuerpo en dos mitades como sí lo hace el cinturón. 

En un momento donde empieza ser más frecuente ver el traje de chaqueta sin corbata que con ella, el pañuelo de bolsillo se antoja como un más que acertado compañero. No solo blanco y de seda, sino también de lino o cachemira, y de prácticamente todo tipo de colores y estampados. Si solo un accesorio se pudiera escoger para añadir un toque de estilo a ese extendido traje azul marino ese debería ser el pañuelo. Con corbata es probable que la camisa que se vista sea de gemelos. 

Si importante resulta huir de los gemelos ostentosos, recomendable es que se elija su diseño según la mayor o menor seriedad del conjunto. De estar la corbata presente o acudir a un acto formal, los más informales no deberían tener cabida. 

Si el pañuelo añade un toque de estilo, los calcetines incorporan una nota personal. Siendo más que recomendable huir de aquellos con motivos que bien podrían aparecer en calcetines de niños, aquellos a franjas de colores azul, burdeos o verdes oscuros resultan más elegantes e igual de especiales. 

Con la ropa de sport, los complementos con los que jugar se multiplican. Un cinturón de piel trenzada marrón o uno de loneta a franjas, una pashmina en vez de bufanda, calcetines, ahora sí, de colores atrevidos, jerséis de cuello vuelto, relojes con brazalete de caucho, guantes de piel con forro de pelo natural etc. 

Existen otros accesorios que bien pueden tener cabida en todos los conjuntos. Pensemos, por ejemplo, en el sombrero. No hay conjunto que no lo agradezca. Solo tocará conocer la mayor o menor formalidad de cada uno de ellos para no errar en su elección. Homburg con los conjuntos más formales, Fedora con el traje, Trilby con el sport y la gorra inglesa tanto para el campo como para las tardes más relajadas. La gorra de béisbol, sin embargo, mejor reservarla para la práctica deportiva. 

Un paraguas de calidad, alejado del clásico negro, con empuñadura de madera y con una loneta de colores actuales será igualmente agradecido con los conjuntos tanto de traje como de sport. En acontecimientos formales el paraguas negro debe seguir siendo el protagonista. 

PD Os recuerdo que este miércoles 19 a las 20 horas presentaré el libro en el Real Círculo de Labradores y Propietarios de Sevilla. Estáis todos invitados.

El Aristócrata

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