CÓMO VESTIR EN UNA MONTERÍA

La Montería Española, como dice en su Libro Veinte años de Caza Mayor, el Conde de Yebes, “es una verdadera operación de estrategia militar, compleja y heterogénea” donde la tradición manda [...]

La Montería Española, como dice en su Libro Veinte años de Caza Mayor, el Conde de Yebes, “es una verdadera operación de estrategia militar, compleja y heterogénea” donde la tradición manda en casi todos los aspectos y, también por supuesto, en el vestido y equipo de los cazadores, normalmente llamados “Monteros”. 

Para darnos una idea de lo antiguo y tradicional que es el arte de la Montería, volvemos a recordar palabras del Conde de Yebes quien escribe lo siguiente: “En este procedimiento, como en todos los conocidos para perseguir la caza mayor, no podemos enseñar nada nuevo; antes al contrario, aprender, y mucho, de cuantos consejos y normas nos legaron nuestros clásicos de la montería”.

En nuestro contexto, es decir, en la vestimenta del montero, debemos señalar que unos zahones heredados de un tío abuelo, unas botas de nuestro padre o un morral regalado por un viejo guarda, harán las delicias de cualquier montero que se precie y que no cambiaría por nada del mundo por zahones, botas y morral recién salidos del mejor comercio. La tradición manda: lo viejo y lo usado siempre es mejor que lo nuevo.

Sin embargo, en más de una conversación de jóvenes amigos, son muchos los que se preguntan: ¿Y quien estrenó estos zahones o aquellas botas?

En la Montería Española lo más normal es cazar venado y jabalí, animales que deben encontrarse en el pedazo de monte objeto de la montería (denominado “Mancha”)  y que son sacados de sus encames o escondites por las Rehalas (grupos de perros) y los Perreros (recios y experimentados hombres de campo que mueven los perros con extraordinaria habilidad a base de silbidos y gritos).

Los cazadores se agrupan en “Armadas” (línea de entre 10 y 20 monteros) que se distribuyen en los bordes e incluso en el centro (llamadas entonces “Traviesas”) de la mancha. Cuando rehalas y perreros hacen su trabajo correctamente (que es casi siempre) los venados y jabalíes tienden a salir de la mancha pasando por armadas y traviesas, momento en que se produce  “El Lance” (instante en que cazador y pieza coinciden en el tiempo y en el espacio) que es justo cuando el montero deberá demostrar su intuición, rapidez y puntería para abatir la pieza. Parece fácil, pero no lo es: son muchos los cochinos (nombre popular del jabalí) que logran cruzar un cortadero (franjas de monte limpias de vegetación que pueden ser caminos o cortafuegos de no más de 15 metros de ancho) sin ser alcanzados mortalmente por las balas.

El entorno normal de la montería es la sierra, con abundante, espesa y dura vegetación, suelo pedregoso y en la que se ha de subir o bajar por importantes pendientes, barrancos y desniveles. Aunque con las extraordinarias prestaciones de los vehículos todo terreno actuales y las mejoras en los accesos y caminos, el montero llega muy cerca de su puesto en coche, siempre debe llevar en mente que le puede tocar andar, tanto para llegar a un puesto de mal acceso como si ha de “Pistear” (seguir a un animal herido para rematarlo) una res. Y no sólo andar, debe “abrirse monte”, donde surge la necesidad de llevar unos “Zahones” (una especie de delantal de cuero, que cubre desde medio pecho hasta las rodillas, atándose a la espalda) uno de los elementos más bonitos, tradicionales y exclusivos de la montería española, que impedirá que las zarzas y otros elementos vegetales destrocen cualquier ropa que lleve el montero e, incluso su propia piel. Un sombrero será el atuendo más adecuado para cubrirse del sol o de la lluvia.

Para la Montería, los sombreros, de ala ancha o tipo tirolés, son las opciones más adecuadas.

Normalmente la montería empieza temprano, en “La Junta” o punto de reunión que suele ser la casa de la finca, donde tras un tradicional desayuno de migas con huevos fritos se da paso al sorteo de puestos. Después las distintas armadas van saliendo al campo a ocupar sus posturas por un orden predeterminado para alterar lo menos posible a las reses que se supone que están dentro de la mancha. Lo normal es que la “Suelta” (momento en que se libera a los perros para que empiecen a moverse por la mancha) es a medio día y los monteros deben estar en sus puestos hasta que se ha batido todo el terreno, lo que viene a suponer unas 3 ó 4 horas. Durante ese tiempo el montero y sus acompañantes (es bastante normal ir a las monterías con hijos, mujer o algún amigo) deben permanecer en el puesto lo más callados e inmóviles posible, para no ser detectados por el olfato, vista u oído de las reses. 

El periodo hábil para la montería es de octubre a febrero y las zonas geográficas más tradicionales son Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, sin bien se dan monterías, de mayor o menor envergadura, en prácticamente toda España. Por tanto, lo normal es que en las monterías haga frio, a veces mucho frio si nos toca en un puesto en umbría o donde al estar a mucha altura el aire dominante combate con fuerza, e incluso, ambos factores a la vez: sombra y viento. También puede sumarse la lluvia o, por el contrario, hacer un día espléndido: en los primeros meses de la temporada, en la zona sur de España, hay días que podemos montear en mangas de camisa.

En el puesto, el montero debe tener libertad de movimientos en los brazos para lograr un rápido y certero disparo, agilidad de cintura y cuerpo para, prismáticos en mano, poder otear el campo 360 grados a su alrededor, ya que las reses pueden sorprenderle por cualquiera de los cuatro costados y, por supuesto, estabilidad y agarre en los pies. En esas 3 ó 4 horas que dura la montería pasará ratos de pie y otros sentado en el banquillo (pequeño asiento plegable, normalmente de madera y cuero) para descansar, a la vez que se tomará un bocadillo y un vaso de vino.

El pantalón del montero, en caso de no llevar zahones que nos protejan, debe ser fuerte y resistente. Existen muchos tipo “calzonas” de cuero y de distinta longitud, tipo bombacho o knickers que son una buena opción. Lo más recomendable es que el pantalón acabe donde empieza la bota, que puede ser baja o alta, según llegue por encima del tobillo o por debajo de la rodilla. Resultan especialmente bonitas las altas, con cremallera lateral y repujados en el cuero, que bien engrasadas darán un brillo extraordinario y serán una protección inigualable para nuestras piernas.

El resto del atuendo puede ser similar al de la caza menor, un buen jersey, camisa de villela y corbata de lana.

El cuero, debidamente engrasado y cuidado es el material ideal para todo tipo de accesorios para la caza. Con el paso de los años ganará mucho en prestancia y categoría

El arma que se lleva a la montería es el Rifle, del que existen multitud de formatos (cerrojo, express, etc.) y muchos calibres (30.06, 9,3×74, 9mm, etc..) que cada montero elije según sus gustos propios, el tipo de cazadero y la especie de animal que va a tirar.

Cuando la montería acaba se deben cobrar las reses que se llevan a la casa y suelen ponerse en una extensión amplia todas juntas para que puedan ser admiradas por todos los monteros. Aquí suele empezar la parte “más social” de la montería, en la que se da paso a una comida (a veces es a las 7 de la tarde) y en la que frecuentemente se juntan más de cien personas.

Los accesorios

Ya sea en un ojeo de perdices en La Mancha o en una montería en Sierra Morena, el cazador deberá llevar consigo una serie bastante numerosa de accesorios. Antes de empezar y aunque éste no sea el foro más idóneo, no está de más decir que el principal accesorio que debe llevar un cazador es la prudencia, siempre acompañada de la preceptiva documentación en regla.

Si se trata de una montería, se debe llevar prismáticos, cuchillo de remate y banquillo para sentarse. Es muy normal llevar algo para comer, por lo que un zurrón o morral que se cuelgue a la espalda será el contenedor ideal para todo lo anterior. Dicho morral debe ser de cuero y cuanto más usado y engrasado esté, más bonito será. Las balas se pueden llevar en una canana a la cintura o en el mismo zurrón.

En una cacería de perdices, las bolsas para los cartuchos y las fundas de las escopetas también suelen ser de cuero y siguen esa misma ley de mejorar con el paso de los años y la grasa de caballo. Existen infinidad de accesorios recomendables para tener el puesto de un ojeo: soporte para las escopetas, silla con avispero para el cargador y estera de esparto para poner a los pies del tirador y que éste no se escurra. No obstante estos accesorios los llevan los secretarios, por lo que el cazador no tendrá que ocuparse más que de lo que sea de su uso personal. Destacamos aquí las gafas de protección, para que en caso de recibir alguna perdigonada (que puede ocurrir aunque no es frecuente) no pueda afectar a un ojo.

Para protegerse en días de lluvia: poncho o capote impermeable y paraguas con varilla, para pincharlo en el suelo y tener ambas manos libres.

Los guantes tiene una doble misión en el tirador, por supuesto le protegen del frio, pero además, evitan roces en las manos al manipular la escopeta y evitan quemarse cuando los cañones de las escopetas se calientan con la abundancia de tiro. Existen modelos de guantes de caza, que tienen una abertura en el dedo índice de la mano derecha para poder sacarlo y tener suficiente tacto en el uso del gatillo. Además, en la palma de la mano izquierda, que es la que maneja los cañones de la escopeta, existe una zona de refuerzo, para soportar la alta temperatura a que llegan a ponerse los cañones.

10- Guantes específicos para caza: en cuero, con abertura en el dedo índice de la mano derecha, para tener tacto en el gatillo; refuerzo en la palma de la mano izquierda, para no quemarse cuando los cañones están calientes.

En caso de lluvia, existen multitud de prendas impermeables cómodas y ligeras. Son muy recomendables las plegables, que pueden llevarse guardadas sin abultar prácticamente nada y, en caso de necesidad, se extienden fácil y rápidamente. También existen unos paraguas que se pincha en el suelo con una varilla regulable en altura que permite ponerlos por encima del cazador, de forma que este queda protegido de la lluvia y con las dos manos libres.

Vida Social

Ya desde los tiempos de S.M. El Rey Alfonso XIII la caza siempre ha tenido un gran componente de actividad social, en la que el buen vestir siempre ha estado presente. Como hemos repasado ya los requerimientos de una vestimenta de caza que combine lo práctico y lo elegante, ahora daremos unas pinceladas a la vestimenta adecuada a la pre-caza y a la post-caza.

Es muy normal que el día antes de una gran jornada de caza, el anfitrión u organizador de la cacería organice una cena en la casa de la finca e incluso que algunos invitados pernocten allí también. Dependiendo del tipo de invitados, sean amigos, familiares, compromisos de negocios o trabajo, extranjeros, políticos y aristócratas y del propio estilo que se quiera dar a la reunión, dicha cena tendrá un carácter más o menos formal. En cualquier caso, lo normal es que seamos advertidos previamente por parte del anfitrión del grado de formalidad, sobre todo si éste es muy estricto. 

Pensemos en que si se requiere traje oscuro y corbata y no se advierte previamente, ningún invitado llevará ese atuendo entre su equipaje de caza. Dejando ese excesivo formalismo a un lado, pensemos en una cena elegante, pero informal. En este caso, el ambiente será “campero”, donde las chaquetas Teba serán una excelente opción, en colores azul marino o gris, con un pantalón gris o beige, camisa azul y corbata a juego pueden hacernos quedar estupendamente. Una chaqueta de Tweed, en tonos verdes o azules también puede ser una buena opción. Una corbata valiente, en tono amarillo o verde fuerte, con algún motivo cinegético sin duda destacará.

Después de la comida de una cacería o montería, es muy normal tomar una copa, jugar una partida de cartas  u organizarse tertulias alrededor de una chimenea. Para estos casos es recomendable cambiarse a un calzado más cómodo, por una parte para que nuestro pie descanse y por otro, para evitar manchar de barro la casa de nuestro anfitrión. Unos mocasines o botas bajas de ante son una opción elegante y muy cómoda, incluso si se ha de conducir después.

Si se ha llevado durante el día ropa muy abrigada y ahora se va a pasar un rato de chimenea, puede ser buena opción quitarse el jersey y quedarse con la chaqueta sobre la camisa, manteniendo, eso sí, la corbata.

Texto: José Luis Fdez. Conradi – Ilustraciones: Lucía Conradi

El Aristócrata

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COMENTARIOS

6 comentarios

  1. Muchas gracias José María. Hace algunas semanas, le comente la posibilidad de escribir un artículo sobre este tema, y me ha encantado. Estoy dando mis primeros pasos en el mundo de la caza, y andaba un poco perdido sobre el protocolo. Saludos

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