Quería esta semana haber compartido con vosotros el proceso de confección de las cosas que todavía esperaban de cara al verano. Desgraciadamente, el tiempo no me lo ha permitido. Sin embargo, os escribo rápidamente algo sobre las tres prendas más especiales que esperan.
En primer lugar, el traje que abre el artículo. Aunque habrá un extenso artículo sobre él antes de marchar de vacaciones, os cuento que está confeccionado con una tela de 280 gramos de Holland & Sherry y que busca ser vestido de mañana, con corbata y solo en verano. Su color es bastante más claro que el que se adivina en las fotos y su corte ceñido, pero de medidas no tan arriesgadas como en otras ocasiones. Con los años me he ido dando cuenta que los trajes que más se terminan vistiendo son aquellos con los que por sus medidas más cómodos nos sentamos y por sus líneas más clásicas mejor envejecen. De hecho, en este verano que en lo que se refiere a la vestimenta de traje ya se acerca a su fin, ha habido trajes y chaquetas que yo al menos ni siquiera me he llegado a poner.
La raya diplomática y el gris resultan una combinación perfecta para cualquier día de oficina. El corte cruzado no hace más que añadir un toque diferente al conjunto. Cuanto menos se vea el cruzado, cada día más escaso en España, más personal y especial resulta (los gomminos de la foto obviamente no están pensados en acompañarle). El corte no puede ser más clásico, aunque con medidas y guiños actuales. Bolsillos estándar, forro entero y caída muy natural; el corte de la casa Reillo. D. José María consigue ese corte que sin llamar la atención por lo moderna de sus formas, está más cerca de un traje ligero y desinhibido que de uno armado. Lo poco armado de la chaqueta, sus hombros naturales, con hombreras, pero muy finas, y su exquisita mano de obra le han conseguido ganarse el aprecio de una clientela cada día más joven. Aunque en Madrid hay opciones de una enorme calidad, D. José María representa ese punto medio en el que Aristóteles situaba la virtud.
Que me gustan los coches y las motos, los que suenan y transmiten sensaciones de verdad, no es ningún secreto. Con muy pocos años por delante para disfrutar de motores de combustión, dar un paseo por la revirada geografía española mientras se para a tomar fuerzas en alguno de sus múltiples templos gastronómicos es, para mi, uno de los mayores placeres que tenemos todavía a nuestro alcance.
Los coches modernos ofrecen, además de una gran comodidad, infinidad de ayudas electrónicas, pantallas táctiles, programas de conducción, equipos de música de ensueño…No obstante, al que le gusta conducir, o sentir la conducción en su versión más pura, todo esto le resta encanto a su pasatiempo preferido. Hoy cualquier deportivo actual es fácil de conducir y cada vez es menos importante la pericia del conductor. Ellos lo hacen ya todo por nosotros; hasta son capaces de obedecer nuestra voz y aparcar por nosotros.
Por ello, el conducir coches que prescinden de todo esto y donde el protagonismo recae en el motor, una amortiguación de las de antes, aceleraciones y frenadas de infarto y sonido-melodía que te catapulta al más allá es hoy todo un privilegio. Y si todo ello puedes disfrutarlo al aire libre, sin radio que te distraiga y teniendo solo como guía el cuentarrevoluciones es fácil entender cómo estos tipos de coche nunca pasarán de moda. Aprovechemos el tiempo que les quede de vida pues en muy pocos años iremos todos subidos en aspiradoras que nos permitirán hasta ir leyendo mientras ellas se encargan de llevarnos a nuestro destino. Emocionante para algunos, triste para otros.
Conducir al aire libre exige cubrirse la cabeza para evitar, más en estas fechas, los estragos del sol. Nada tiene de malo hacerlo con la típica gorra de béisbol, aunque en mi opinión una gorra inglesa inspirada en las de época de conductores míticos como Jackie Stewart me parecen una alternativa más interesante. Y quién mejor que Benet Pluvinet para darle forma. Con un tejido también de Holland & Sherry y totalmente confeccionada a mano Benet ha conseguido, después de varias pruebas, la gorra con las líneas que buscábamos. Los grabados no pueden haber tenido mejor resultado. También hablaremos de cómo lo consiguió en próximos capítulos.
Y por último, el verano no podía empezar sin ponernos delante un reto artesanal. Si ya en su día conseguimos el traje artesanal más ligero del mundo, esta vez nos hemos propuesto bajarle unos gramos y, además, hacerlo en un traje cruzado. Como no podía ser de otra manera, será Joaquín Fernández Prats el encargado de intentarlo. Como adelanto, decir que para este fin nos hemos valido de una tela de lana y seda de solo 170 gramos de la casa italiana Scabal.
Solo tocarla es un disfrute. Ahora toca al taller de Joaquín meter la aguja a una de las telas más ligeras del mundo. Y a Joaquín intentar que una tela tan ligera no haga muchas arrugas. Si lo conseguimos dar por hecho que también os lo contaré.
El Aristócrata
3 comentarios
Me ha dejado usted con las ganas. Ha sido cómo bajarme del coche después de la vuelta de reconocimiento.
Para cuando el artículo completo de la gorra?
Hola José María,
Siempre me gustó el estilo de Reillo. Creo que es el más racional? Aunque vi a un amigo un traje de Reventun y también me gustó. No sé lo que tenia pero tenia algo. Cuál prefieres?
Albert
Si tiene un 430 spider le felicito. El 458 que le sucedió ya no tenía su encanto. Deseando ver tb esa gorra