Hace cinco años, José María Reillo, el profesional a la que más debo en el mundo de la sastrería, y, sobre todo, una maravillosa persona, me probaba usando este método una chaqueta que no podía esperar.
Pero probar en falfa no se reduce solo a los casos en que se necesita avanzar lo más rápido posible sobre una prenda. También en ocasiones como la de hoy el uso de esta especie de toile puede servir de ayuda. Cierto que realizar un patrón individualizado es obligatorio y ni en aquella ni en esta vez se pretendía omitir este paso. Si entonces ya se explicó el porqué de aquella prueba hoy el motivo, como ahora mismo veremos, es muy diferente.
Como recordaréis los más asiduos a esta página, hace unos meses compraba en Wilhelm Jungmann & Neffe metros de tela sueltos y los últimos de cada uno de los diseños. Uno, concretamente del viejo telar londinense W. Bill, fue el que pensé mejor podía ir con la chaqueta sahariana que quería me cosiera Joaquín. Un tweed de unos 400 gramos, de un verde mate claro con rayas granates y cuyo conjunto a la vista forma un tejido a cuadros.
La historia de este telar es bastante curiosa, algo que hará, si cabe, la chaqueta más especial. Todos conoceréis el blog de Simon Crompton, Permanent Style, muy probablemente el blog más seguido del mundo sobre moda clásica y sastrería. Aunque El Aristócrata puede presumir de ser el blog activo de esta materia más antiguo del mundo, casi dos años más viejo que PS, ni de lejos tiene la repercusión de aquel. Como lector de PS y, sobre todo del desaparecido A Suitable Wardrobe, recuerdo haberme encontrado años atrás un artículo sobre este telar y apuntarlo en esa lista de futuribles que todos hemos tenido alguna vez.
William Bill fue fundado en 1846 en un pueblo de Gales, Mold. En sus inicios vendía telas al por mayor de cuadros y de franela y mantas de todo tipo. De Mold pasaron a una tienda de mayor tamaño en Tenby, también en Gales. Ya la segunda generación, concretamente William (Thomas) Bill, empezó a vender tejidos Tweed, tejidos estos que rápidamente se convirtieron en lo más conocido y apreciado de la casa. Si en Londres ciudad eran las sargas, el paño, las franelas y las lanas los tejidos más populares, los Tweed y los de tipo cuadro Harris, se hicieron muy populares. Esto animó a Thomas Bill a establecerse en 1892 en Londres, abriendo dos tiendas: una para artículos terminados y otra especializada en la venta de tejidos. Posteriormente, ambas se unieron en la tienda de la calle Great Portland.
Hasta 1988, W. Bill fue gestionada por la familia Bill centrándose sobre todo en lanas y tejidos de Tweed de gran calidad. Podían presumir de que Picasso usaba sus tejidos y que hicieron los jerséis a Sir Ernest Shackleton para su viaje a la Antártida en 1908 o a Sir Edmund Hilary para la primera expedición al Everest en 1953. Brooks Brothers y otras marcas americanas empezaron a comprarles telas y jerséis en los años 20 y 30 iniciando un próspero negocio de exportación internacional.
Durante la II Guerra Mundial las ventas se resienten y el negocio se mantiene principalmente por estas exportaciones a Estados Unidos. Esta relación con varias tiendas americanas es la que les permite enviarles uno de los tejidos allí más apreciado: la cachemira. Además, se da la coincidencia de que W. Bill es uno de los pocos telares a los que se les otorga la licencia para poder exportar esta lana, lo que hace que se abra una nueva tienda en South Molton Street enfocada exclusivamente a la exportación. Otra tienda abre en South Molton Lane bajo la dirección de Ray Hammett.
Durante los 60 y 70 su popularidad no deja de aumentar en EEUU, pero en 1975 el edificio donde se encontraba Gieves, que estaba en el portal de al lado de W. Bill, (28 de Old Bond Street) es bombardeada por el IRA, algo que marca el comienzo de la caída del telar londinense fundado en 1846. En 1988 los buenos tiempos son solo un lejano recuerdo y el negocio se vende a Betterware Consumer Products. Solo cuatro años después los nuevos propietarios lo venden asimismo a Smith & Co, quienes lo han gestionado hasta ahora.
Los más apasionados recordarán al sastre Thomas Mahon, quien estaba detrás de la sastrería English Cut y quien más tiempo dedicó a través de su web a dar a conocer la técnica sartorial, dijo de W. Bill: “W. Bill es EL especialista del tweed y la cachemira”.
Dependiendo del tipo de cuerpo, dos metros y medio de tejido deberían ser suficientes para confeccionar una chaqueta. Y esos eran los que quedaban y los que compré. Sin embargo, no tuve en cuenta que este tipo de chaqueta requiere de bolsillos tipo parche y de un obligado cinturón. En definitiva, de más metros de tela. Y de ahí lo de probar en falfa, había que saber si había o no tela suficiente para la sahariana.
Para no meter la tijera a la tela final sin la seguridad de que se tenga suficiente para confeccionar la chaqueta, Joaquín prefirió usar otra tela con la que realizar la prueba y cerciorarse de no los metros, pero los centímetros, que necesitaría exactamente para la chaqueta final.
La prueba se realizó de manera muy parecida a si se tratara de la tela final, solo así se podría conocer de cuanta tela se dispondría exactamente para la chaqueta. O, dicho de otra forma, si se podrís hacer dos fuelles laterales o tendría que ser solo uno central. Si habría tela para unos obligados bolsillos de parche o, lo que no parece muy seguro, para el cinturón.
Esperando tener suerte y que el toile nos regale una alegría, si no seguro que se nos ocurre otro diseño especial, nos volveremos a ver con Joaquín en Hermanos Pinzón en un mes. Y como siempre, muchas gracias Joaquín por dejarte enfollonar una vez más con uno de mis “raros” encargos. Cada vez que visito tu sastrería y, como este sábado, me toca esperar por la cantidad de personas que quieren verte para probarse o encargarse más ropa, hoy parecía el mercado de La Paz, me ratifico en que el esfuerzo siempre encuentra su recompensa.
El Aristócrata
2 comentarios
Para mí este es uno de las grandes ventajas de la sastrería: poderte hacer ropa imposible de conseguir de cualquier otra forma.
Enhorabuena!
Me gusta la idea. Deseando ver la evolución. Y súper interesante la historia del telar. Una pena que cada vez el número de telares entre los que escoger sea menor. Scabla, H&S, Loro Piana, Dormiel, Drago…un poco lo de siempre. Y eso que dentro de cada uno de ellos su oferta es muy amplia. Lo cual no quita que marcas como esta fueran bienvenidas.
Joaquín