Con su venia, me entrometo en los terrenos de Don David Blasco, nuestro grandísimo experto en tabaco para contaros la experiencia única que vivimos en Sevilla con ocasión de la presentación del Montecristo Carmen. Un proyecto de Tabacalera con la colaboración de S.T. Dupont que eleva los conceptos de cigarros puros y humidores a la categoría de humo de lujo.
Muchos amigos me preguntan porque fumo cigarros, cuando nunca he fumado cigarrillos, y si no me duele hacer ceniza de un puro que no es precisamente barato. Y es cierto que en ocasiones es difícil de argumentar, porque hay placeres únicos que, si se tienen que explicar, no se entenderían. Sólo diré que el gusto por lo efímero es tan poderoso, que convierte lo material en recuerdos y éstos, son siempre eternos.
Estamos viviendo en los últimos tiempos una etapa compleja en el mundo del tabaco. A los problemas graves que sufre la pobre Cuba, principal productor de puros del mundo (aunque en los ranking ya no ocupa la primera plaza ni en volumen ni en producción como ya explicó en su día nuestro experto David Blasco) se suma una extraordinaria demanda de nuevos mercados que ha supuesto un incremento de precios y según de qué tabacos, falta de stock.
Personalmente, los puros siempre me han parecido un producto de lujo a un precio muy contenido para la gran labor que tiene su producción, que comienza por un cultivo exigente y una elaboración absolutamente artesanal que los convierte en algo único. No hay dos puros iguales. Poco a poco hemos visto la estrategia de lanzar series limitadas, con modelos únicos y contenedores igualmente excepcionales: desde pequeños humidores de viaje hasta la gran idea de recuperar las jarras de cerámica.
Lo que ahora ha presentado Tabacalera es realmente excepcional y merece un repaso más intenso.
250 AÑOS DE HISTORIA
La razón de toda esta maravillosa locura es conmemorar el 250 aniversario de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. En 1503, con el establecimiento de la Casa de Contratación, la ciudad se convirtió en la capital del comercio de Indias y en una de las más ricas y cosmopolitas de Europa.
Los que del Nuevo Mundo volvían contando todo lo que habían visto o vivido, explicaron el uso ritual y hasta medicinal del tabaco y venciendo reticencias consiguieron introducir su consumo en las distintas presentaciones. Y como no podría ser de otra manera, en 1636 la real Hacienda estableció la Renta del Tabaco que regulaba el monopolio sobre la importación, elaboración y venta del tabaco a través de concesionarios. Vamos, que lo de impuestos no es nada nuevo. Más bien muy antiguo.
De hecho, el del tabaco fue uno de los impuestos claves al aportar a las arcas del estado un tercio de los ingresos reales. Casi nada. Y desde 1684 se concedió a la fábrica de Sevilla la exclusividad de la manufactura tabaquera, aunque con el tiempo se abrieron otras fábricas muy importantes como la de Madrid. La primitiva fábrica de san pedro se quedó pequeña y a principios del siglo XVIII se decidió la construcción de una nueva y fueron las obras civiles más importantes del momento, tras la construcción del Monasterio de El Escorial. Las obras se iniciaron en 1728 y fue concebida como una fortaleza para segura la defensa del preciado bien que allí se producía. La fábrica ha estado en activo nada menos que hasta 1958, siendo su uso actual la sede de la Universidad de Sevilla.
UNA CAJA Y UN CIGARRO ÚNICOS
Esa historia y ese aniversario merecían ser homenajeados de una manera realmente excepcional y a buena fe que lo han conseguido. 100 habanos nunca conocidos presentados en un humidor hecho a mano de calidad suprema. Se trata de una edición limitada y exclusiva para el mercado español de 250 unidades. El humidor está firmado por una marca que es referente en el mundo del lujo y muy vinculada al universo del tabaco como es S.T. Dupont, quien también celebra nada menos que su 150 aniversario. El cedro de sus entrañas y el nogal de su corteza expresan la increíble fusión del habano con la madera. Para este trabajo, S.T. Dupont han contado con la colaboración de un artesano español como es Ramón La Camera. La Cartuja de Sevilla pone el broche a estos humidores con la bella reproducción de la fábrica de tabaco sobre su tapa, que el tiempo adornará con su característico craquelado.
La vitola de galera elegida para este humidor es Pacos (cepo 49 x 180 mm) -inédita dentro de la marca- y recibe el nombre de Montecristo Carmen. Los tabacos han sido elaborados en la fábrica de H. Upmann de La Habana por un grupo de cinco de los torcedores más expertos de Habanos. El habano va vestido con dos anillas especiales que acompañan a la principal de la marca, una de ellas con el nombre de la vitola y la otra con el diseño de la fachada principal de la fábrica. Además, cada humidor viene acompañado de un libro cuidadosamente editado que trata acerca de la marca Montecristo, la historia de la fábrica, las cigarreras de Sevilla, del mito de Carmen y de los colaboradores que han hecho posible esta pieza de coleccionista, cuyo precio de venta es de 30.000 euros.
Nota de cata
Este habano, de vitola de galera Pacos (cepo 49 x 180 mm, 15,9 gr) y con un tiempo de fumada de aproximadamente 80 o 90 minutos, destapa a lo grande el placer de fumar un habano. Se trata de un habano de capa carmelita natural, fina, suave y algo sedosa, sin grano, que desprende un aroma intenso a tabaco, con matices florales, amaderados, tostados con puntas torrefactas y especiadas -algunas vagamente dulzonas-, que dejan recuerdos de cedro, café, cacao, pimienta y melaza. Sabe a tabaco con frutos secos y puntas de frutas maduras, cacao, pimienta y miel; terroso, tostado y torrefacto, especiado y algo dulzón de fondo. Deja recuerdos de cedro ahumado, avellana, musgo, café… y tiene un postgusto largo y cremoso. De fortaleza media al inicio, termina en media-fuerte. Ofrece una combustión muy pareja y homogénea; su magnífico tiro permite amplias bocanadas y su ceniza es de color gris medio mate con algunas vetas de gris claro.
Por Javier Arias