CÓMO GUARDAR LA ROPA DE INVIERNO

La ropa de calidad perdura. Es precisamente esta calidad y unas líneas no demasiado modernas las que aseguran que los mismos jerséis, pantalones, camisas y chaquetas duren muchos años. [...]

La ropa de calidad perdura. Es precisamente esta calidad y unas líneas no demasiado modernas las que aseguran que los mismos jerséis, pantalones, camisas y chaquetas duren muchos años. Vislumbrando el verano toca, si no se ha hecho ya, guardar hasta bien entrado octubre la ropa de invierno.

No obstante, cuando más sufre la ropa es cuando se guarda esperando la llegada de una nueva temporada. Con ya prácticamente solo dos temporadas en el año, verano e invierno, conservar correctamente la ropa resulta más sencillo al no requerirse de espacio para las cuatro. Dicho esto, lo cierto es que por más armarios que se tengan siempre parece echarse uno más de menos. 

Aunque el polvo y las apreturas son los mayores enemigos de una correcta conservación, dependiendo de lo protegida que esté la casa también los insectos pueden sumarse a la lista. Antes de ponernos a guardar la ropa debemos ser honestos con nosotros mismos y ser conscientes de que vamos a guardar bastante ropa que probablemente nunca más volvamos a vestir. Por supuesto, no la tiremos. Regalémosla a alguien a quien pueda gustarle o a quien le asegure una segunda vida. La última, pero muy buena opción, es reciclarla. 

Encontrar un lugar fresco y seco se antoja recomendable pues el calor y la humedad, además de ser foco de polillas, acaban con las características de las fibras naturales. Las fundas de traje son siempre bienvenidas, no solo para trajes y chaquetas, también para camisas y pantalones. Obviamente, dependerá del espacio de que se disponga, pero por norma general la ropa se conserva mejor colgada que amontonada. Como ya hemos comentado en alguna ocasión, las fundas deberían contar con ventilación. 

Tengamos presente que el calor del verano dura más semanas que lo que marca el calendario, suele hacer aparición en abril y no nos suele dejar, al menos no en el centro y sur de la península, hasta bien entrado octubre. Por ello, resulta muy recomendable guardar toda la ropa de invierno lavada. Esto es particularmente importante en la ropa de punto y en los trajes. Si con la primera se podrá hacer en casa, los trajes sería bueno acercarlos, aún cuando algunos no se hayan usado o se hayan usado muy poco, a una tintorería especializada.

De contar con unas buenas perchas el pantalón se mantendrá todos los meses de espera sin arrugarse – bastará asegurarse que al colgarlo no se formen arrugas a la altura de la barra de dicha percha. De contar con suficiente altura en el armario, siempre se podrá pinzar el pantalón por su bajo y colgarlo en toda su extensión. Conviene dejar de lado la antigua costumbre de llenar los cajones y las bolsas de la ropa con antipolillas o bolsas perfumadas, el olor puede llegar a impregnarla tanto como para arrastrarlo meses después de recuperarla. 

Al igual que la ropa, los zapatos convienen guardarlos limpios y sin polvo. Bastará, una vez lustrados y secos, meterlos en sus fundas de viaje y guardarlos en sus respectivas cajas. Los jerséis convienen conservarlos juntos en cajas y sin que queden muy apretados entre ellos. Aunque ahora podamos tener claro que hay dentro de cada caja es muy probable que llegado octubre lo hayamos olvidado. Por ello, una etiqueta con el nombre de su contenido puede hacer que no nos volvamos locos meses después encontrando unos guantes o una bufanda en concreto. Si el sitio es fresco y seco las cajas de cartón son, ecológicamente hablando, la mejor opción. De ser húmedo conviene asegurarse de la calidad de dicho cartón, pues no siempre mantiene alejada la humedad o el calor. Otra opción antes de optar por cajas de plástico es aprovechar las maletas que no vayamos a usar, algo que además ahorra espacio. 

Todo dependerá del espacio del que se disponga, pero de contar con buenos y amplios armarios también los pantalones de sport descansan mejor colgados que tumbados. Lo mismo con las camisas, las cuales, al contrario que con las chaquetas, deberán conservarse abotonadas. Los abrigos largos no deben tocar el suelo y de poder conviene airearlos al menos un par de veces durante su descanso estival. El sitio más frio de la casa se les debería dedicar a ellos y a los sombreros. En su defecto estos últimos mejor mantenerlos en su caja y alejados del calor. 

La ropa interior, al igual que los pijamas, mejor guardarlos en bolsas de tela y estas introducirlas en cajas de cartón con su respectivo rotulado. Los calcetines no los doblemos sobre ellos mismos pues los elásticos pudieran terminar dando de sí. Mejor estirados. La ropa de más batalleo puede conservarse al vacío. No sufre y, además, ocupará poco espacio. 

Polos de manga larga, camisetas interiores y otras muchas prendas a priori poco importantes más adecuado guardarlas al menos dobladas, y siempre lavadas. Con un mínimo de cuidado, en su uso y en su conservación, tanto esta como nuestra ropa más especial nos acompañará varias temporadas sin dar la sensación de estar vieja o usada.

El Aristócrata

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COMENTARIOS

2 comentarios

  1. Guardar la ropa en invierno es clave para preservar su calidad. Utiliza bolsas herméticas, coloca deshumidificadores y organiza con cuidado. Al resguardarla adecuadamente, aseguras prendas impecables para la próxima temporada.

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