Hace 10 años escribíamos sobre esos zapatos tan españoles: los mocasines. En aquel artículo hablábamos de cómo nacieron y comentábamos el porqué, debido precisamente a su historia, no deberán vestirse fuera de casa.
Hoy, día ventoso y lluvioso aquí en Madrid, vamos a hacerlo de las zapatillas de estar por casa. Ver llover cerca de un gran ventanal y una chimenea es de los mayores placeres, más, si cabe, de tener un libro entre las manos.
Modelos hay muchos y, preferencias aparte, escojamos las zapatillas que escojamos, toca estar seguro que, ante todo, serán cómodas y aportarán el calor necesario. Pero todo ello sin caer en aquellas zapatillas que, aún cumpliendo ambos requisitos, estéticamente no complementen correctamente el resto de la vestimenta.
Tipo nórdicas al margan, tampoco ciertas slippers de dudoso gusto como las de arriba, el modelo Albert sigue siendo el más versátil. En sus orígenes, además de proteger los pies en casa, se grababan con hilos y hasta con piedras preciosas. Como curiosidad, apuntar que hasta el S. XV las slippers tenían forma de babuchas y solo las mujeres y los mayordomos las vestían. Si las primeras lo hacían como muestra de su estatus, los segundos las tenían de aliadas para andar por la casa sin levantar ruido al contacto con el suelo de madera.
Con el tiempo, se les cosió una suela de caucho, caucho que evitaba dicho ruido, y se empiezan a confeccionar de seda o de piel fina. Tener un amplio número de zapatillas era frecuente entre la aristocracia pues tocaba que combinaran en color o estampado con el resto de su ropa de noche.
Hoy las slippers siguen encontrando en las casas de campo a su perfecto aliado. Dicho lo cual, el no tener una no debería desanimar la compra. Estén confeccionadas en seda, en tweed, en terciopelo o, incluso, en lana merino, en ellas se puede coser tanto nuestro pasatiempo preferido como ese grabado que nos gusta. De preferirse en piel, modelo siempre elegante, aunque más frio, el grabado se antoja más complicado.
Años atrás Antonio Enrile me hizo mis primeras slippers a mano. Su comodidad es tal que todavía hoy es la zapatilla que más uso. Y no lo hago por su aspecto, están francamente usadas, sino por su mencionada comodidad. Cierto que tengo alguna todavía más vieja, como las Sovereign de Churchs, pero estas son solo más cómodas sobre suelos de piedra.
De buscarse una zapatilla para estar en una casa de ciudad, con su suelo de madera, hay modelos francamente cómodos. Si la Sovereign es perfecta para un frío suelo y duro de una casa de campo, para los suelos de ciudad, las slippers con suela de becerro resultan las más agradables. Claramente la longevidad de estas últimas es mucho menor, pero su comodidad mayúscula. Además, su confección en piel napa de cordero, suela en piel natural y forro suave, también de napa de cordero, la hace una opción imbatible. De preferirse esta zapatilla más flexible y menos pesada, recomendar la Jason 3, también de Churchs. La Hampton de Lobb o la Toy de Loewe son, también por experiencia propia, igual de blandas. Una cosa buena de estos tres modelos es que vienen con una funda de piel convirtiéndolas en las compañeras perfectas de viaje.
Aunque hoy prácticamente cualquier hotel te ofrece un juego de zapatillas en la habitación, lo cierto es que suelen resultar bastante feas, además de ser de solo un uso, algo nada sostenible. Igualmente, en los viajes de larga distancia llegar a tu asiento y ponerte tus zapatillas de viaje produce siempre una agradable sensación.
¿Os habéis fijado cómo todavía hoy hay gente que se descalza en los vuelos, se pone los calcetines que te entregan y van al baño con prácticamente los pies desnudos y sin reparo alguno? El llevar en la bolsa de mano alguno de los modelos de slippers que hemos comentado, y son solo algunos ejemplos, por su espacio y reducido peso no supone incordio alguno y nos ayuda a seguir sintiéndonos como en casa al llegar a nuestro destino.
Cierto que todos estos modelos teniendo en cuenta su limitada vida no son baratos. De ahí que de buscar longevidad toque decantarse por zapatillas con suela de piel. Precisamente si las Sovereign y las slippers tanto de Antonio llevan tanto tiempo conmigo es porque su suela se puede reparar como si de cualquier otro zapato se tratara, algo imposible, o con resultados estéticos no deseados, en los otros modelos.
Además de estas zapatillas, hoy podemos encontrar infinidad de alternativas en la horma “Albert” de muy bonita factura y a precios mucho más competitivos. Sin necesidad de salir de España a buscarlas, infinidad de marcas nacionales, Berwick, Bow-Tie y muchas otras confeccionan hoy zapatillas que, aunque fabricadas pensando en vestirse fuera de casa, son muy válidas para estar en casa. Solo acompañar al esmoquin de primavera podría servir de excusa para sacarlas a pasear fuera de casa.
El Aristócrata
9 comentarios
Yo suelo utilizar sleepers de terciopelo hechos a medida por Antonio Enrile, Churchs y John Lobb entre otras firmas para estar en casa.
Enséñalas Ernesto, queremos verlas 🤣
Buenas tardes,
Interesante artículo, me ha recordado a un viaje que hice en Italia y visité un outlet, donde estaban los Churchs Sovereign, recuerdo que me parecieron carísimos, 120€ del 2010, he entrado en la web y cotizan por encima de los 600€. Me he quedado de piedra.
Yo uso ese tipo de zapatilla de casa, piso en ciudad con suelo de madera, en piel natural y estoy encantado.
Los modelos expuestos me han parecido preciosos.
Me ha encantado el comentario sobre los vuelos transoceánicos, 100% cierto como la vida misma.
Feliz semana a todos.
Eneko
Preciosas las Churchs que abren el artículo. Coincido en que no hay mayor placer que llegar a casa, ponerte tus slippers y engancharte rápidamente al libro que te dejó en vilo el día anterior.
Un saludo a todos y buen comienzo de semana.
G
Es muy importante recordar la comodidad de este calzado máxime cuando estaban hablando de llevarlo en casa.
Los pies son los grandes olvidados y tenemos que cuidarlos.
Los ejemplos expuestos son muy atractivos.
Saludos.
Exacto, eso es totalmente verdad, el verdadero gusto por lo exquisito es cuando creemos que nadie nos verá, cuando vestimos para nosotros mismos, esa es la verdadera elegancia, no sólo la elegancia de puertas para fuera.
Artículo muy interesante y acorde a la esencia misma del lema “vivir con estilo”. Si en algo se aprecia el verdadero gusto por lo exquisito, es cuando creemos que nadie nos verá, es decir, cuando vestimos para nosotros mismos. Gracias EA una vez más.
Yo tengo las uñas como navajas, el cuero bueno me dura un rato y tengo todos los calcetines llenos de tomates. Lo mejor para mi son unas botas Bellota con puntera de acero. Un saludo a todos los señores del foro
¡Nada como unas zapatillas cómodas para estar en casa en un día lluvioso! 🌧️ Me encanta cómo pueden ser elegantes y prácticas al mismo tiempo. 🥿
Un saludo Carla