A pesar de todo lo que recientemente se ha escrito, sobre todo con motivo de su aparición en la final de Wimbledon, Felipe VI ha empezado a atraer la atención de la prensa internacional cuando de elegir a los Reyes mejor vestidos se trata.
Falso sería por mi parte unirme a los múltiples halagos que recibe, más teniendo en cuenta que ni los zapatos en sus conjuntos formales ni su manera de vestir de sport denota una elegancia particular. Pero dicho esto, es de justicia admitir que de vez en cuando lo borda. Y la recepción a Oliver Zipse, presidente del consejo de administración de BMW AG, fue una de esas ocasiones, zapatos al margen.
Hace unos años escribíamos, basándonos en una foto, las medidas correctas de un buen traje empezando el análisis con la chaqueta. Como en aquella ocasión, el cuello de la chaqueta está en contacto con el de la camisa, las mangas empiezan a caer donde terminan los hombros naturales, y nunca más allá. Incluso con la chaqueta abotonada Felipe VI no muestra arruga alguna. Acaba justo a la altura de los nudillos y su extensión divide el cuerpo -de cuello a pies – en dos partes de igual longitud.
Imposible adivinar camisa alguna entre la chaqueta y el pantalón, algo a lo que hoy poca gente presta atención. Las mangas caen sin producir arrugas, ni estrechas ni holgadas y su largo permite asomar el puño de la camisa. Las solapas tienen la anchura que las dimensiones del protagonista requieren. Tienen vuelo y no aparecen aplastadas por la siempre temible plancha.
Algo que merece especial atención en un traje con el sello 100% de la sastrería Jaime Gallo es lo bien que se tratan los hombros y sus hombreras. De fijarnos, observaremos como el hombro derecho lo tiene caído – basta ver como su brazo derecho se extiende claramente más allá del izquierdo sobre la terminación de la chaqueta. Lo más probable hubiera sido apreciar ese hombro caído pues se hubiera tratado de la misma manera que el izquierdo. Sin embargo, cada hombro se ha trabajado de manera independiente haciendo difícil apreciar a simple vista ese hombro caído. Y no solo eso. La caída de ambos es muy natural.
El pantalón está igual de bien terminado que la chaqueta. En un momento donde los sastres lo externalizan, terminando este siendo cosido por alguien que nunca vió la chaqueta, se agradecen pantalones que, como este, guardan una total armonía con el resto del conjunto. Su talle es el correcto, recordemos que el pantalón se viste en la cintura y no en la cadera. Su caída no puede ser más limpia no produciéndose ni bolsas ni arrugas a lo largo de las piernas. La raya natural del pantalón está perfectamente centrada cayendo recta hasta los zapatos – de no tener abiertos los pies dicha raya terminaría justo en la mitad del zapato. Su paso por la rodilla no puede ser más limpio. El largo es igualmente impecable. Como hemos apuntado en alguna ocasión, el largo debe tocar ligeramente el zapato, pero nunca descansar sobre él. Además, no se visualiza arruga alguna ni siquiera en contacto con el zapato.
Lo poco que podemos ver de la camisa es suficiente para asumir que está hecha a medida. No se aprecia tampoco ninguna arruga, algo no tan fácil de conseguir de tener, como es el caso, la chaqueta abotonada y, mucho menos, como también es el caso, de vestir tirantes. Los extremos del cuello quedan cubiertos ligeramente por las solapas de la chaqueta; detalle de perfecta armonía entre traje y camisa.
La corbata está perfectamente escogida, tanto en color como en medidas. Anchura contenida y correcta para las medidas de su torso. La asimetría del nudo, el conocido como four in hand, resta formalidad y su precioso hoyuelo pone el broche final a un traje exquisito.
Una cosa importante a tener en cuenta, sin ánimo alguno a desmerecer el increíble trabajo del sastre, es que no es lo mismo un traje cosido para la foto que ese mismo traje pero en movimiento. De hecho, solo unos días después Felipe VI acudía al estreno de temporada del Teatro Real y fue fotografiado en varios momentos, sin estar posando, con resultados muy dispares. De ahí que yo siempre mantenga que los trajes toca juzgarlos en movimiento y no posando.
Fotos: BMW Group
El Aristócrata
11 comentarios
Le queda como un guante.
Totalmente de acuerdo con la reflexión final. Viendo precisamente las fotos de los últimos links del mismo traje está claro que son trajes cortados para ser fotografiados en fotos oficiales pero no en movimiento.
A.
Sin desmerecer al sastre, pero con esa percha… tambien podria poner la foto de su antitesis vestido con frak y mi argumento anterior quedaria derribado, pero que mala persona soy.
FERRUZZO.
¿Y del traje del presidente de BMW se sabe algo? Lo veo aún mejor que el del Rey
Yo he pensado lo mismo quizás las mangas un poco largas. Pero lo demás perfecto.
Aún reconociendo que al señor Oliver Zipse le queda muy bien su traje a mí me gusta más el de SM. Las solapas tienen vuelo, las del alemán parecen aplastadas, la chaqueta de OZ da la sensación de quedarle tan ajustada que moverse con ella no le resultaría fácil. Además, las mangas me parecen muy estrechas. El de Felipe VI me parece mucho más natural. Pero como digo, ya me gustaría ver a los presidentes de nuestras multinacionales con trajes tan acertados como el de OZ.
SM siempre va impecable. Siempre va impecable pero de ahí no pasa (que no es poco en los tiempos que corren). Cuando viste traje tengo la sensación de que lleva uniforme; más allá de la buena hechura y la correcta combinación de colores, nada llama la atención y, quizás, sea ésta la idea. Quizás unas camisas con el pie de cuello más alto e italiano le favorecerían, ya que tiene cuello para ello.
Eso sí, cuando viste frac, no tiene rival.
Saludos.
El nudo de la corbata se lo veo siempre pequeño al Rey Felipe,pienso que le quedaría mejor uno doble.Por ejemplo ,como lo lleva Oliver Zipse.Ya me decís,si es cuestión de gustos.
Todo eso está muy bien, pero….. Lleva mocasiiiiineeeeeeessssss!
Como dice el artículo: “…zapatos la margen”. :):)
Los trajes serán magníficos, pero sus estilo personal carece por completo de gracia, ahí lo dejo