La mayoría de las marcas históricas de automóviles están ligadas por su nombre al fundador, desde las generalistas como Ford, Peugeot o Renault hasta las más exclusivas como Ferrari, Rolls Royce o Bentley. Y a ese universo se suma una pequeña marca boutique, con una trayectoria tan brillante como la de su creador, Ferrucio Lamborghini.
Las historias de aquellos pioneros siempre me han apasionado, son épicas y un canto a la energía, la creatividad y el espíritu visionario de unos hombres consideramos entonces, casi como locos. Pero la de Ferruccio Elio Arturo Lamborghini es muy original, porque realmente añade un componente, hasta ese momento inédito, un advenedizo que triunfa en un coto cerrado gracias a su talento natural y su buena visión de empresario.
El señor Lamborghini nació en un terrible momento, abril de 1916, en plena Primera Guerra Mundial. Hijo de unos agricultores de la Emilia, estudió lo justo, no quiso trabajar en el campo, aunque siempre lo adoró para dedicarse a su verdadera pasión, la mecánica. Pasó por un instituto de formación profesional y abrió con 18 años su primer taller. La Segunda Guerra Mundial truncó su desarrollo, aunque gracias a su talento, movilizado por el ejército no fue al frente si no a la isla de griega de Rodas a trabajar reparando el parque móvil del Eje. Terminada la contienda regresa a Italia con una compatriota que conoció allí y con quien tuvo su único hijo, Tonino Lamborghini y que tras un giro dramático del destino, falleció poco después por complicaciones durante el parto.
Los difíciles años de la posguerra alentaron el espíritu emprendedor de Ferruccio Lamborghini que detectó las necesidades de su pueblo (les recuerda el paralelismo con el amigo Piaggio) y decide construir tractores y maquinaria agrícola utilizando chatarra del ejército. En 1948 nace Lamborghini Tractori que llegaría a ser una de las principales compañías italianas del sector gracias a sus innovaciones y soluciones técnicas y a una muy buena relación calidad precio. La marca tuvo presencia en todo el mundo y fue vendida en los años 70 al grupo SAME después de un gran negocio fallido en la venta de 5.000 unidades en Latinoamérica.
No fueron sus únicos negocios de éxito porque también construyó calderas de gas y aparatos de aire acondicionado siempre aportando como principal valor, la relación calidad precio.
SE NON É VERO É BEN TROVATO
El dicho italiano le viene al pelo a esta historia. Porque la leyenda nunca se confirmó, Ferrari siempre lo negó y Lamborghini, que al principio lo pregonó a los cuatro vientos, con el tiempo suavizó la misma. Lo cierto es que conociendo el carácter que debían tener los protagonistas, opino que debió ser muy próxima a la verdad.
Ferruccio Lamborghini ya era un empresario de éxito en los años 60 y por supuesto apasionado de los automóviles. Su garaje era un lujo en el que no faltaban desde una Jaguar Type E, un Mercedes alas de gaviota y por supuesto, un par de Ferraris. A partir de aquí lo que transcendió es que Lamborghini estaba harto de la fragilidad del embrague de su 250 GT y que, tras pagar una fortuna por una nueva reparación, comprobó en su taller que eran los mismos componentes que él utilizaba en sus tractores. Ni corto ni perezoso pidió una entrevista con don Enzo para quejarse y la respuesta del commendatore fue que se rompía porque un tractorista no sabía conducir coches deportivos. Herido en su orgullo, Ferruccio le contestó que a partir de ahora le demostraría como se podían hacer mejores coches y sobre todo más fiables
En mayo de 1963 funda Automobili Ferruccio Lamborghini y ficha a los mejores. Diseñadores y motoristas que habían salido de Ferrari, desde luego nadie mejor que ellos para el proyecto. Hablamos de Gian Paolo Dallara, Paolo Stanzani y el brillante Giotto Bizzarrini, autor del fabuloso 250 GTO. El logotipo fue sencillo, un toro bravo que aúna el signo zodiacal del fundador con su pasión por la tauromaquia. De hecho, y tras un viaje por España y conocer la ganadería de don Eduardo Miura, Ferrucio Lamborghini tuvo claro que usaría su nombre y el de algunos de sus mejores toros para nombrar a algunos de sus diferentes modelos.
La producción del primer coche, el 350 GTV (Gran Turismo Veloce) fue muy intensa para llegar a su presentación, primero en el salón de Turín, a finales de octubre del 63, y más tarde en el de Ginebra, marzo de 1964. La carrocería la produjo Sargiotto y era muy moderna para la época, con buena habitabilidad y muy luminosa. Con más potencia que el 250 GT, 280 frente a 250 caballos, costaba un millón de Liras menos que el Ferrari. Los que han tenido la suerte de probarlo han asegurado que era muy confortable y seguro, con una conducción mucho más suave que su principal rival. La primera batalla se había ganado.
OLÉ POR DON FERRUCCIO
El arranque de ventas fue un éxito y en apenas dos años, todo el mundo conocía a Lamborghini como fabricante de automóviles, pese a su origen y principal actividad industrial que seguían siendo los tractores. Para remachar la grandiosidad del proyecto, en el salón de Turín de 1965 y en el de Ginebra de 1966 aparece el que, para mi gusto es uno de los automóviles más bonitos de la historia, el Lamborghini P400 Miura. Motor central transversal de 12 cilindros, cuatro litros y más de 350 caballos para superar los 300 kilómetros por hora de velocidad punta gracias a una aerodinámica impresionante, la carrocería la firmó Bertone, y una altura al suelo de apenas un metro y medio.
Muchos más modelos siguieron dando gloria a la marca en los años siguientes. Entre los cuales destacamos el Islero o el Jarama y como no, la nave futurista que representó el lanzamiento del Countach. Pero los años 70 fueron muy duros para el propietario, aquella primera gran crisis del petróleo alejó a los clientes de los grandes motores y el señor Lamborghini no estaba para tonterías de rebajar el número de cilindros ni otras zarandajas. Vendió las empresas y se fue al campo, a disfrutar de sus tractores mientras producía vino en una bodega con su nombre en Perugia y que ofrece excelentes vinos entre los que destaca, como no podía ser de otra manera, su tinto Sangre de Miura.
Ferruccio Lamborghini falleció en 1973 de un infarto y fue llevado al cementerio en un carro, arrastrado por uno de sus tractores. Genio y figura.
Javier Arias
7 comentarios
Lamborghini ha dado un salto en calidad y diseño increíble. Hoy puede mirar de tú a tú a Ferrari. De hecho, creo que es su gran competidor. Ambas marcas han superado, claramente no en ventas pero sí en deportividad y exclusividad, a quien en su día pudo ser otro competidor: Porsche.
Para mi está la Champion League: Pagani, Koenigsegg o Bugatti
Luego una primera división con McLaren, Ferrari, Aston Martin o Lambo
Y luego ya los BMW, Porsche, Mercedes y demás tipo Audi.
Si Porsche lo veo para bajo y sin frenos, Lamborghini va para arriba como nunca antes lo hizo.
Muchas gracias por el artículo.
En ese grupo de primera división habría que sumar a Bentley. Tanto la marca británica como la italiana, ahora bajo el control del grupo VW comparten muchos elementos comunes, tanto de chásis como de motores y multitud de componentes. Les resta exclusividad pero les aporta una gran fiabilidad.
Buenas tardes,
A mi sinceramente un GT3, GT2 o GT1, no me parecen de ese club, de BMW, … Incluso un 911 Turbo, no me parece que pertenezca a un 850.
Pero la verdad, que yo me compraría siempre un Lambo antes que un Ferrari, a mi el murciélago , me parece increíble y eso que un Enzo, un F40 o incluso un F40, me parecen auténticas joyas.
Lamentablemente con los coches actuales, no sucede lo mismo.
Feliz fin de semana a todos.
Eneko
El Miura es el automóvil más bonito jamás fabricado
Viene al caso la frase que pronunció Frank Sinatra al respecto, y que mostraba su decantación por la marca del Toro: “Uno se compra un Ferrari cuando quiere ser alguien, un Lamborghini se lo compra quien ya es alguien”.
Ciertamente es una sobrada, si bien participa de la rivalidad expuesta en el excelente artículo que nos ocupa.
En cualquier caso lo dijo alguien que vivió a su manera…
Todas esas marcas se enfrentan a la electrificación. como resuelvan el tema de la experiencia del usuario determinará su posición en el próximo decenio.
En cuanto a los clásicos, la belleza y clase del Miura es inigualable.
Los coches Lamborghini encarnan la elegancia y potencia del toro en la carretera. Con líneas audaces y motores rugientes, estas máquinas exquisitas fusionan la velocidad con la artesanía italiana.