Muy probablemente todos los que vestimos a medida empezáramos a coquetear con este mundo con una camisa a medida. Seguramente lo hiciéramos en alguna de esas tiendas donde podías escoger una tela concreta, un cuello y un tipo de puño. Con los años supimos que estas camisas no eran estrictamente a medida y, por supuesto, no eran artesanas.
A partir de entonces, comenzamos a escuchar nombres como De Grado, Burgos, Bel&Cia, Langa o Sánchez Caro. Estos camiseros, al contrario de aquellas primeras tiendas a las que acudíamos confeccionaban, y todavía hoy lo siguen haciendo, camisas bespoke, es decir, camisas a medida y cosidas a mano. Tras nuestra primera visita a una de ellas entendimos por qué estas camisas apenas tenían algo que ver con las que nos hacíamos años atrás. Bastó traspasar la puerta y observar al camisero cortando sobre una gran mesa de madera, sus patrones, las costureras sobre sus sillas y una infinita variedad de telas para entender lo que era una verdadera camisa a medida.
Ya no se trataba de escoger un cuello o un tipo de puño. Ponernos frente al camisero y ver cómo dictaba o tomaba más de diez medidas tras medirnos y observar detenidamente las características del hombro o del torso terminó de descubrirnos una gran verdad: un camisero no es alguien que se limita a tomar unas pocas medidas estándar y ofrecer unas cuantas telas. Probablemente nos sorprendió que nos preguntara si era una camisa para vestirse con tirantes o sin ellos, o quién sabe si la íbamos a usar de sport y por tanto la preferíamos algo más entallada. Más de uno pudo sorprenderse cuando su camisero le recomendó un cuello distinto al que tenía en mente pues según este no le favorecería a su rostro. A la pregunta ¿termofijado o con entretela? posiblemente tuvo que buscar consejo en el propio interpelante. Fue entonces y tras abandonar la camisería cuando supimos verdaderamente la diferencia entre un camisero y un dependiente.
Después de las respectivas pruebas y ajustes y tras ver el resultado final en forma de buena hechura y una costura artesanal cuando pudimos empezar a diferenciar una camisa industrial de una verdadera camisa a medida.
Sastres, al menos de los de verdad, hay muy pocos. Pero camiseros no hay muchos más. Y uno de los pocos al que todavía podemos llamar como tal es a Oscar Piñeiro, quien fue el camisero de la mítica sastrería Jaime Gallo durante catorce años. Joaquín Fernández, sastre conocido por todos, siempre se diferenció por ser un visionario en un sector tan clásico como el de la sastrería. Si hace veinte años rompía con el secretismo reinante en las sastrerías españolas abriendo la suya a las redes sociales, apareciendo en revistas y organizando infinidad de actos, ahora ha incorporado a uno de los grandes camiseros de España. Y lo ha hecho a lo grande: dándole un espacio físico en su sastrería para que no haya ni trampa ni cartón. Y es en esa nueva mesa desde donde ya trabaja Oscar atendiendo a clientes y velando por sus camisas hasta el momento de la entrega.
Como habréis comprobado, prácticamente en todas las sastrerías puedes encargar camisas a medida. No obstante, estas camisas no las hacen los sastres, sino que las sacan fuera, algo que, por otra parte, suelen dejar claro a los clientes. Por ello, la apuesta que ha hecho Joaquín trayendo a uno de los mejores camiseros de España a su sastrería no es baladí. Si sus caracteres compaginan bien, ambos ganarán. Joaquín porque será uno de los muy pocos sastres que ofrecerá a sus clientes tanto sastrería como camisería artesanal. Pero también Oscar, pues conociendo a Joaquín seguro que este no solo busca con su incorporación que siga trabajando igual que ha hecho hasta ahora. Aumentará la variedad de telas, rejuvenecerá a su clientela y sumará a Oscar a la larga lista de actividades que desde Hermanos Pinzón tienen preparada para el 2022. Del anonimato actual de Oscar a ser conocido por una gran parte de los amantes de la camisería a medida será solo cuestión de meses. Definitivamente, un binomio de lo más interesante.
La carrera profesional de Oscar Piñeiro comienza a los 18 años cuando empieza a ayudar a su padre en su camisería de la Gran Vía, padre también camisero. Desde entonces son ya son 37 años de camisero. Aquel tiempo en la Gran Vía le puso en contacto con Echevarría, establecimiento de los más reputados que había entonces en la capital. Coser para ellos desde aquel piso de la Gran Vía le sirvió para que con solo 21 años le dieran la responsabilidad de las tres tiendas que por entonces tenía Echevarría en Madrid: Paseo la Habana, Castellana y Montalbán. Si Isidoro, Oscar o Jose eran los sastres que tomaban las medidas, él se encargaba del resto de confección de la camisa. Al contrario que hará ahora, Oscar siempre ha trabajado desde casa algo que como nos cuenta le ha hecho ser muy esclavo del trabajo, pues, excepto el mes de vacaciones, no recuerda ningún día, incluido fines de semana, que no haya trabajado. “Yo no quiero que mis hijos se dediquen a esto. Es muy sacrificado y tengo muchas dudas del futuro de esta profesión”. Es por ello por lo que sus dos hijos están en la universidad y no tienen interés alguno en continuar los pasos de su padre.
Tras su paso por Echevarría, donde nos cuenta con orgullo que hacer 250 camisas al mes era lo habitual, fichó por la sastrería Jaime Gallo donde ha permanecido catorce años al frente de su sección de camisería. Prefiere no contar mucho de aquel tiempo vivido en la que probablemente haya sido la mejor sastrería y escuela de España -recordemos que varios de los mejores sastres españoles trabajaron allí en algún momento de su vida. Solo nos apunta a la gran profesionalidad de D. Jaime a quien, como ya nos han contado otras veces, no le importaba levantar una tapeta para corregir un milímetro si así la chaqueta quedaba mejor al cliente. Su taller, taller que le costaba dinero, era su mayor orgullo. Dejamos su etapa en la sastrería Jaime Gallo regalándonos los oídos sobre la entrevista que concedió a esta página en marzo de 2010. “La entrevista que le dio fue exclusiva mundial porque no paraban de llamar televisiones, radios, periodistas y nunca concedió ni una sola entrevista. Solo la suya”. Y después de 14 años en la sastrería Jaime Gallo se anuncia que se une a Joaquín Fernández Prats.
Le preguntamos, ya en su nueva mesa de trabajo de Hermanos Pinzón, sobre cómo ha evolucionado la camisería en general y en particular en nuestro país. Y su respuesta es clara: “La evolución no ha sido tanto en la manera de trabajar sino en el cliente. Antes el cliente estaba más formado, ahora se presta atención prácticamente solo a que la camisa siente bien. Si el ojal está cosido a mano o el bajo rematado artesanalmente parece ya no importar”. “La manera de trabajar es prácticamente la misma de siempre. Antes había bastantes telas españolas, como las de Textiber, hoy ya la mayoría, sobre todo los algodones, son italianas. Aunque para las viyelas sigo prefiriendo las inglesas. De hecho, Thomas Mason seguramente tenga la mejor relación calidad-precio”. Sobre la camisería en nuestro país frente a la de otros países nos comenta que en la alta camisería no hay gran diferencia.
“Quizás en Inglaterra hacer los cuellos entretelados pueda ser debido a que sus clientes cuenten con buena plancha en casa, mientras en España se hacen termofijados porque no se saben planchar bien con entretelas. Tampoco aquí se estila el hacer una prueba intermedia como allí, aunque a nuestro favor diré que no es necesario pedido mínimo alguno”. Dicho todo esto, para él la gran diferencia radica en la posibilidad de acceder a buena mano de obra. “Aquí en España este oficio terminará muriendo porque no hay mano de obra de calidad mientras en Inglaterra cuentan con una gran bolsa de trabajadores de procedencia asiática que han cosido desde pequeños. Si no has aprendido a coser con 14 años no esperes a hacerlo con 30”. “Al estar en Italia gran parte del tejido de la moda y la alta costura hay oficios que también son más habituales que aquí”.
Pasamos al probador mientras nos cuenta en aquello en lo que fijarse del rostro del cliente para escoger un cuello u otro. Igualmente, ya tomando medidas habla del proceso artesanal y de cómo se va a coser nuestra camisa. Pero esto lo dejamos para un futuro capítulo, capítulo donde también contaremos el proceso artesanal de elaboración de un pijama y unos calzoncillos boxers, ambos también a medida.
El Aristócrata
7 comentarios
Enhorabuena Joaquín y Óscar por tan inteligente decisión.
Me sumo a la enhorabuena a ambos y al autor de esta página por no desvirtuar su contenido y seguir dando cabida solo a los verdaderos profesionales del sector. Deseando leer la segunda parte. ¿Cuándo la publicará? ¿Qué diferencia la camisa de este señor de la de Burgos?
Albert
La camiseria artesanal puede que muera en Espana (en otros paises ya ha muerto, por cierto, y solo queda Italia e India que pueden/saben hacer todo a mano) al no haber mano de obra que sepa coser ojales, bajos, cuellos y mangas a mano pero al menos esperemos que sigan quedan cortadores que sepan hacer medida pura, que por cierto, es lo mas importante. Charvet o los ingleses no ofrecen camisas artesanales pero no por ello dejan de ser a medida.
Hola a todos. Más de una vez he dicho que de nada vale vestir bien si el cuerpo no acompaña. Y aquí claramente el ejemplo: el Sr Óscar lleva seguro una camisa a medida mejor que la de José María pero a quien yo se la arrancaría sin dudarlo sería a José María y no a él. Qué más da que el ojal sea a mano si no quieres desabotonarlo. Desconozco si el de José María es o no a mano pero si le tuviera enfrente no le duraba allí el botón ni 5”. Lo siento Aristocrata, pero es usted mi perdición. Y si cogiera un par de kilos más ya no le cuento
M.
Aas
Estoy de acuerdo con Néstor. Somos unos privilegiados. Dicho esto, yo al menos no conozco en España a ningún camisero joven. Es decir, disfrutemos ahora que a esto le queda menos que a los motores de combustión 🙂
No estoy de acuerdo con Néctor.
Varios de los camiseros citados en el artículo trabajan con un taller en Toledo donde si el cliente lo pide confeccionan camisas totalmente a mano.
Lógicamente el precio es acorde al trabajo realizado.